Por encima de todo, está el sol iluminando el sentido de la vida de todos”. Eso decía el cartel que brillaba en la ruta.
Escrito en letras azul talo, con mezcla de rojos y de gris perla.
Estaba por encima del anuncio del circo nuevo que llegaría a la ciudad, el próximo mes de junio.
En el cartel se veía una carpa enorme con un banderín carmesí flameando en la punta. Por delante, un cartel que en letras azules, decía “cirque”.
Un par de hombrecitos vestidos de negro con calzas y chalecos, giraban tres pelotas en el aire.
Por detrás, una rueda muy grande que era la vuelta al mundo, contrastaba con el fondo entre lilas, celestes y rosados.
¿“La vuelta a qué mundo”? me pregunté en ese momento. Observaba el cartel casi hipnotizada. En el mismo afiche una mujer se desplazaba por el aire con un can-can de rombos rojos, azules y violetas; el pelo suelto y un vestido que imaginé de seda púrpura.Más arriba, en el cielo del afiche, una pareja cruzaba el espacio en bicicleta, mientras en la parte inferior, un tigre idéntico a mi gato custodiaba a la gran tienda de la fantasía.
Hacía días que no dormía bien. Tenía sueños raros y me daba vueltas y vueltas en la cama levantándome con dolor de cabeza.
Sabía que la presión había subido como para sentarse en esa rueda de metal que mostraba el dibujo del cartel, y con ansiedad yo esperaba que bajase pronto.
Extrañaba mucho a mis hijos. Su prolongada ausencia y su desconexión, me dolían.
Cada día era una lucha entre el mirarme en el espejo, y el mirarme en los demás.
El primero me devolvía una expresión triste y abatida. La segunda mirada, me traía afectos, dulces perfumes de reconocimiento social, y aires de esperanza.
Pero irrevocablemente cuando regresaba a mi interior, afloraba el dolor, el sufrir y el miedo.
No era el primer revés de mi vida.
Más bien… era uno más. Pero… ¿de qué se trata el revés?
El revés es que te maten en vida, decía una voz interior. El revés es llorar cuando se podría reír.
El revés es algo que no conocemos.No sintiéndome bien, decidí ir a visitar a alguien para que me diera otro espejo en donde mirar la vida. Fue así, que hice mi bolso y viajé. Estuve viajando por horas.
Siempre lo hago de noche, para poder descansar y cada tanto, mirar las estrellas a través de la ventanilla. Es el momento en el que trato de relajarme pensando en que voy camino a un encuentro dulce.
Soy una viajera dolorida que busca sentido a la vida.
Hace mucho que mis hijos no me ven, y no saben de mí.
Infructuosamente he tratado de hacer contacto con ellos, y el resultado es nulo.
Sentada ahora en este asiento de supuesto coche cama, cierro los ojos y trato simplemente de respirar.
Me despierta el olor de la ciudad a la que llego, y me siento recibida con cariño.
Llamo por teléfono a mi hermano, que me dice en seguida que me espera con té y galletitas.Hago la fila para esperar un taxi, porque así como soy, no quiero perder tiempo en colectivos.
No les conté, pero me gusta mucho la música.

En mi percepción todo desfila en cámara lenta, y me parece que el trayecto hasta el séptimo piso en el ascensor, es un viaje al Aconcagua.
Abre su departamento y aparecen las dos gatas siamesas que se llaman Isis y Nut.
Lo primero que veo es su atril con una partitura de Bach, y el ventanal del balcón que muestra a las montañas detrás de otras dos torres.
En toda la habitación hay un solo cuadrito en la pared blanca. Es un regalito de su hija menor, de un día que fueron a pasear por la feria de artesanos.Está la mesa de madera de algarrobo y su juego de ajedrez. Es curioso, pero no tiene pava, así que pone el agua a hervir en un jarrito y cambia el té, por café con leche. Tiene una estufa eléctrica que está encendida.
Él también se divorció hace poco. Sé que pasa las suyas. Se sienta, se cruza de piernas, y con su sonrisa particular me dice, “tengo algo nuevo que mostrarte”.
Se dirige a un ropero que en la puerta luce el dibujo de una orquesta sinfónica, realizado por la menor de sus hijas.
Vuelve con un duende en la mano. Es un duende violinista. Y me pregunta: “Sabés con qué lo hice” ? --Con masilla, respondo.
--El arco está hecho con una ramita curva, para que sea barroco; me dice lleno de orgullo.
No puedo dejar de ver la expresión del muñequito. En ese momento, sus ojitos son mi espejo.
Mientras tanto mi hermano, trae las tazas de café con leche en polvo como dice él, porque Nut e Isis le abren la heladera que tiene una faja elástica color negro que sería la envidia de cualquier vedette.
La tarde transcurre entre música y hallazgos en porcelana fría de a donde sale otro duende que es un corista, porque es un duende que canta.
Sus hijas han pasado a saludarlo. En un momento, estamos los cuatro jugando un tutti fruti.
Las horas pasan rápido y en paz. Puedo saborearlas. Volviendo en el micro, vuelvo a ver en la ruta ese cartel.
El anuncio del circo. “Por encima de todo, está el sol iluminando el sentido de la vida de todos”.
Y allí me doy cuenta, mientras me emociono, que el sentido de mi vida es vivir, amar, ser amado, errar y perdonar…perdonarse y amarse, agradecer el aire que se respira, tolerar el dolor y recordar a los que amamos con sus sonrisas, y con la nuestra.
Amar la vida, y escribir cuentos con mi gato a upa, mientras los hipotensores hacen su trabajo.El sentido de mi vida es poder ser y aceptarme amorosamente.
Tengo dos boletos para ese circo en mi bolsillo. Uno es para mí, el otro es para mi gato. La vuelta al mundo vuelve a girar, y lo que estaba arriba, baja, y lo que aparece lejos, con el tiempo se acercará. Esperanza. Miro para arriba y por encima de todo, y allá está el sol.
El sol iluminando el sentido de la vida de todos.Como es arriba, es abajo. Como es adentro, es afuera.
Cynthia Grinfeld