Existe en la naturaleza humana una capacidad tal es la de que nos expresemos a nosotros mismos, a nuestras ideas, a nuestras creencias, a nuestros sentimientos y a nuestros deseos.
Lo hacemos creando paisajes sonoros, que algunos buscamos desarrollar a través de la palabra y de las letras.
Es una experiencia singular, puesto que cada uno de nosotros, mira al mundo con la mirada filtrándose a través de cristales, que van variando de acuerdo a nuestras historias, nuestros estados anímicos, nuestra cultura y también nuestra inspiración.
De manera que escribir, crear historias, tiene para cada uno un significado diferente, siendo todos válidos.
Escribir, es ponerse en contacto con uno mismo. Con sus pasiones y con sus ideales. Es buscar la manera de dar música a nuestras imágenes.
La música se constituye a través de la articulación de los sonidos que elegimos para llamar a las cosas. Ponerles un nombre.
Existe una necesidad de dejar salir una parte de nuestra intimidad.
Surcamos nuestra mente y buscamos no sólo lo que decir, sino el modo en el que lo vamos a hacer.
Ponemos tono y ritmo a nuestras ideas.
Cuando nos proponemos escribir, ingresamos a los laberintos del ensayo y el error.
Todos los que escribimos, tachamos y borramos. Anotamos ideas que surgen como montañas, en las servilletas nobles de algún café.
Tratamos de atrapar sueños y ejercitamos nuestra habilidad con horas y horas de trabajo. Horas de lectura, de pensar, de escribir y escribir torres y cataratas de palabras que puedan dar el sentido preciso a lo que queremos transmitir.
La escritura, es un arte. También es una aventura llena de sorpresas. Porque a través de ella, nos descubrimos a nosotros mismos.
Nos fascinamos quedando prendados por placer o por horror de lo que ignoramos que somos capaces de expresar.
La escritura sale de los mapas y esquemas mentales. Antes de acabar de escribir unas cuantas líneas, empiezan a aparecer nuevos caminos y senderos inesperados; imposible resistir a la tentación de viajar por alguno de ellos. Muchas veces la ruta que buscábamos se encuentra en uno de esos desvíos.
Mientras escribimos, a veces sucede que se nos revela una idea brillante, como si alguna voz nos la hubiera dictado o como si alguien nos estuviera llevando de la mano.
La escritura es juego pero no es azar. Tiene la virtud de un experimento y la magia del acto.
La escritura es juego pero no es azar. Tiene la virtud de un experimento y la magia del acto.
Cynthia Grinfeld
Coach Profesional –Especialista en Creatividad e Inteligencia Emocional
Facilitadora del desarrollo personal
Escritora