martes, 23 de septiembre de 2014

Melancolía en invierno por Ximena Chávez


Mirarla dolía, ella dolía.
Parecía estar dominada por cantidades de sombras asfixiantes salientes de su creación, para desmerecerse ocultando su riqueza interior.
Simulaba estar convencida y confiada en las palabras de almas pobres que se dedicaban a repetir la típica frase: "El vaso está lleno por el agua dulce, pero tu mirada es magra y sólo logras ver el vacío"
Su sonrisa tan reluciente y presente en todo momento; quién diría y pensaría que así escondía su oscuridad tan incomprensible y desconocida.
Sus pasos y acciones eran titubeantes, escoltados por la vacilación. Mujeres y hombres se preguntaban el por qué de sus actitudes, y eso los llevaba  una conclusión inverosímil. 
Sus rasgos que se veían llenos de alegría resultaban ser una máscara lo suficientemente falsa como para crear un mundo apartado de la realidad. Cuando salía de lo fantasioso, sólo lograba ver ruinas y gotas de sangre que se igualaban a las estrellas de esas melancólicas noches suyas. Sin saber qué hacer, adoptó una manera protectora y sus llantos se fueron derramando sobre sus frías mejillas; cayendo lentamente.
Se levantó y el fuerte viento erizó sus vellos. Sus suelas pisaban cruelmente las hojas que cayeron ese día de invierno, siendo pisoteadas sin piedad. Pareciera que nunca hubieran vivido en esta tierra y que nunca hubiesen cumplido función alguna. Después de haber muerto por sequía la dejaron ir sin derramar ninguna lágrima de rencor; permitiendo que el pretérito se encargue del vestigio.
De tanto pasar por las mismas calles, ella ya las veía grises...