
Llenando las manos de agua, con las palmas hacia el cielo, lavando mi rostro para ver y poder crear "historias raras del donde escribir".
Esta es la historia en donde la escritura se derrite, se divide, se multiplica, se vuelve colorida y se asoma por cualquier lado.
Es el diálogo movido por el tiempo, el encargado de mover los pensamientos para pronunciar un conocimiento nuevo, no ambiguo pero abstracto.
Es la historia del escribir en el aire o en un patio de baldosas amarillas y rojas.
Es también una estructura de recuerdos, de voces, ecos y músicas que van poniendo sonido a las expresiones de los distintos rostros que han compuesto la sinfonía familiar.

Cuando las letras se dan la mano y forman las palabras, parece que se visten de azul o de negro.
Y en cambio... es otro el escribir en donde, cuando las manos del músico arpegian, trinan o cambian acordes con el espacio.
Hay un escribir en colores, con formas, texturas y calidades de luz. Un romanticismo puro que se inscribe en el cuerpo del amante que gime, ama, a veces desespera o llora.
El lenguaje es la magia de la mente. Son las escaleras de Escher o los espejos rotos que descomponen luz y muestran las asimetrías de Picasso.
Es la elocuencia de Mozart o la belleza llevada a lo sublime, cuando es Mahler quien ha escrito. Qué decir de Bach?

Hay en lo abstracto, la virtud de las no formas, el carisma de la imaginación y el porvenir de la fantasía.
Entonces, se producen historias que tal vez,parezcan raras, como raros son los distintos, los diferentes, a veces... los originales.
Se convierte la rareza en un espacio de privilegio, al que con mucho coraje y cero prejuicio se puede acceder. Y el donde o desde donde, ya no es una cuestión de lugar sino de postura.
Y finalmente..., las historias raras del donde escribir, se asocian a los astros y las contingencias universales.
Es interesante el planteo de lo abstracto, que en el donde cuando escribir, nada está definido ni pre-dicho.
Es la estrategia, la táctica y el pensamiento como dije antes, los que se suman a las veleidades de las musas y generan "un acto espontáneo".
Y no hay temblor de pulso, ni arrebato; sólo un fluir continuo que busca ubicación en un sistema de equilibrios y satisfacciones, que hacen de la historia, un mensaje honesto. Una singular constelación.
El escribir es lo más parecido a un sol que en el alba asoma, en el día alcanza su cénit y luego el crepúsculo.

Un ciclo renovado de rarezas y de fascinante dinámica, al que nos hemos acostumbrado, sin ya prestar la menor atención al acontecimiento.
Hay en el escribir, una historia rara. Un suceder. Ahí encuentro el juego; en la disposición para que la historia suceda, y se haga.
El donde cuando quien escribir, es un misterio que tiene infinitas respuestas. Se trata de tomar la batuta y animarse a dirigir el concierto, afinando y gozando de cada perspectiva. Perfumando y dando oxígeno en una amorosa proyección de los lenguajes.
Cynthia Grinfeld 27/8/09
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