No sabría decir si pasó de noche o de día, sí podría decirte que no me encontraba en ese lugar aunque tampoco lo podía recordar.
Grité y lloré pero solo oí mi eco. Caminé también, pero tan sólo lo podía hacer en círculos; y por más que me preguntara donde estaba, no encontraba respuesta.
Finalmente visualicé una luz, la llamé; pero esa pequeña lucecita huyó de mí ¿Por qué la asusté? La seguí y hubiera jurado que fué por horas.
Finalmente visualicé una luz, la llamé; pero esa pequeña lucecita huyó de mí ¿Por qué la asusté? La seguí y hubiera jurado que fué por horas.
Llegué a un lugar, mejor dicho, otro lugar donde se encontraba una escalera.
Subí por ella esperanzada de encontrar respuestas; fue una larga subida para tan solo llegar a una puerta.
Un sujeto me detuvo allí, me preguntó el nombre y me anotó.
-¿Por qué me anota?- le pregunté
Y él, indiferente, me contestó –Es la única forma de tener un registro de los muertos-.
Un sujeto me detuvo allí, me preguntó el nombre y me anotó.
-¿Por qué me anota?- le pregunté
Y él, indiferente, me contestó –Es la única forma de tener un registro de los muertos-.

María Luján Afonso
Tallerista