
Leer a Borges es sin lugar a dudas, un honor que dignifica a la mente y al espíritu.
La gloria se presenta en cada renglón, que trasciende en su savia nutritiva de imágenes y palabras soñadas, una secuencia que provoca el despertar de los más recónditos misterios.
¿Cuánto tenemos de monstruoso y de héroes? de dioses y demonios?
¿En qué medida nuestras ideas tienen la forma de lo que no se vé, de nuestras emociones?
Esas desconocidas que se enmascaran a cada momento, en un desfile a lo largo de cada minuto de nuestras vidas.
Pasamos de un clima a otro, sin solución de continuidad. Y así... somos víctimas y victimarios de nuestras palabras, las que salen catapultadas por el impulso de nuestra inconciencia.
Asterión llegó al taller y nos iluminó un jueves. No fue cualquier jueves, fue ése. El día en que como un Génesis dibujó en menos de siete días, a nuestras almas, y se hizo la luz.
Cynthia Grinfeld
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