sábado, 26 de diciembre de 2009

Serie Tríos - NOS ATRAVIESA UNA VOZ por Cynthia Grinfeld


NOS ATRAVIESA UNA VOZ

Nos atraviesa una voz, un eco que retumba desde un lugar en donde no se sospecha la
belleza.

Estamos unidos en esta tarde bajo el mismo sol, donde la sombra y el fantasma de
nuestra respiración, se confunde con el aire, con la brisa.

El color nos ha dejado por un momento, y el gris del empedrado, nos sostiene en el
otoño, mientras agonizan los planos del planeta.

Un agujero sobre nuestras cabezas, sin aire sin oxígeno y sin nada, sin ozono ni amor.

Y aquí los tres reunidos, por un desacuerdo del destino.

Estoy parado desde temprano en la mañana. Primero me envolvió la niebla, y el aliento
en el espejo era el reflejo perdido que me consolaba en el desamparo de la esquina.
La cita fallida, y esa no aparición de la criatura soñada. Deseada.

El cielo estaba gris más temprano, y el verde entre los baldosones, se disfrazaba de
musgo, como si un mar de letras borrosas, quisiera dibujar un paisaje de mensajes.

Me quedé todo el tiempo, buscando en el horizonte una huella que me indicara que
estabas en camino.
Traté de olerte y adivinar tu perfume, pero el vacío de presencia, me asfixiaba la
angustia, envuelta en mi pañuelo rojo.

Pensaba en todo lo que te abrazaría, lo que te diría con los besos, y en las mudas
palabras que nunca iba a pronunciar.
Pensaba en las ondas de tu pelo, y en los meses que están pasando.

Son tantas y tantas las formas de medir el tiempo….
Cada minuto que pasó, fue la muerte de una esperanza, fue ver el verde derretido,
cayendo mercurialmente, con cada palpitar en mis sienes.

No me pregunto tantas cosas como antes. La evidencia es clara, como una orquídea que
se retuerce de vergüenza.
Hace frío…mi sobretodo de lana marrón, parece que llorara en la tarde. Los bolsillos, se
han convertido en cofres, en donde guardo algunas fotos, mis manos, y todas las caricias
de adolescencia que se van otra vez como gaviotas.

Esta vereda se hace playa y mi sombra un proyecto de ideal existencia que conversa con
los perros.

Son las dos de la tarde y no me explico, cómo y desde cuando el cielo se ha puesto
celeste, el sol nos cubre desde lo alto atemperando al frío y cortejando con sus luces a
los pálidos recuerdos de la ilusión que tuve de verte.

Yo estoy cada vez más lejos, pero te puedo ver con la vista nublada de mi alma que te
extraña.
Estoy cada vez más viejo, pero todavía sonrío. Me conmueve el concierto que tocaba mi abuelo. El de Max Bruch. Si por un momento yo hubiese podido adivinar tu pena,
hubiese tratado de ser más compasivo.

Los perros me miran, siento que me dicen que no todo está perdido.

Que los días pasan como las estaciones, y entonces… en algún momento voy a volver a
sentir el calor de primavera.
Más atrás la reja blanca, pretende contener mi sombría figura. Inútil. Yo soy libre.
Libre de seguir esperándote, de buscarte en los rostros de la gente que me cruza,
libre de extrañarte y de no comprender.
Tengo la libertad de elegir un perdón que se abrace con los rezos. Y a pesar de todo… tengo un sabor dulce que como gotas de rocío, me otorga la esperanza de pensar que me querés, aunque no nos veamos y no renuncio a la idea de saber que más allá del terrenal desencuentro, nos amamos.

FIN
Cynthia Grinfeld

Serie Tríos - MUNDOS IMPOSIBLES por Cynthia Grinfeld


Mundos imposibles…

¿Cuántas sonrisas habitan cada mundo? Es una cantidad matemática cuyo
resultado se obtiene sumando la cantidad X de circunstancias, multiplicadas
por los tiempos reales e irreales, que elevados a la potencia de un cuadrado
circular, cuyo diámetro es el doble del radio de la circunferencia emocional de
cada ente, da como resultado una sonrisa determinada.

No existe en estas relaciones, la famosa cuestión de género, no hay
discriminación por edad, ni condición existencial, sólo se define por música.
Cada ritmo y cada entonación dada al gutural pronunciamiento del primitivismo, produce en el yo de José una idea fantástica y se sonríe. Como se sonríe la Gioconda… como se sonríen los violines.

Y son tres, como dijera Alberto…hablando de los tres Pablos. También ahora son tres… y son unidimensionales. Los tres, con su peculiar expresión disociada.
Los ojos están siendo visionarios de un mundo, la nariz de otro y la boca de otro… lo mismo las manos y los pelos.

Son mundos imposibles… y se accede a ellos, desde una escala que ha sido inventada por Fauré y que tiene la forma de una sonata.
Los tres simios, los tres monos… los mismos tres multiplicados por infinitas series de tres, que dan a la evolución de José, una idea dibujada, de una mueca que todavía no alcanza a comprender.

José, entiende que desde donde él mira, la vida circula y trepa como una enredadera, dejando jardines circulares de épocas que se cuentan de a tres.
Como tres son las vocales fuertes; las dos “o” de monos que se completan con las dos “i” de simios.

José, saca las cuentas desde su conocimiento inmaduro de la Kabbalah, y justifica su parecer, sonriendo y diciéndose a sí mismo, yo también soy mono.

Desde la vereda de enfrente, el semáforo va cambiando sorprendentemente de luz cada tres minutos, en la tonalidad de Mi Menor.

Cuando por fin José se dispone a encarar al mono mayor, el que se sitúa por supuesto del lado de la comisura diestra, cambia de nuevo el semáforo y el paisaje se vuelve rojo en Re Mayor.
La mona de piel protectora y cálida, le dirige la mirada y lo invita a un beso.
Está dispuesta a desdibujar su sonrisa, por tener un contacto de piel a piel.
José está mareado. Ya no sabe si es la mona la que está del lado derecho o si es su contrincante, el mono. Mira para todos lados y ya no le quedan más expresiones para poner, simplemente busca desesperado una señal que le indique hacia donde debe virar.

La mona lo mira, entorna los ojos, agita los brazos. Es una mona que huele a Mozart y que grita. Pero José se ve deslumbrado por la luz amarilla que vuelve a cambiar en el semáforo, mientras sale la primer estrella a las siete de la tarde.

Cansado con su yo a cuestas, se da por vencido y rechaza el beso prodigioso, que le podía salvar la vida. Se recuesta entumecido sobre su par derecho con quien ya no compite, y despistado queda sumido en un mundo inverosímil, donde la piel es de nylon, la sonrisas son costuras y el amor se ha escapado.

Pobre José… sordo como Beethoven pero sin talento… convertido en muñeco, ya sin hambre ni sueño, viendo las luces del semáforo pasar.

FIN
Cynthia Grinfeld

Serie Tríos - MARISA EN EL PARQUE por Cynthia Grinfeld


MARISA EN EL PARQUE

La veo sentadita, en el banco del parque. Remera fucsia y babucha blanca. Pelo rubio
oscuro, y una mirada que de tanto mirar fijo, ojo abierto con preguntas, parece que está
hipnotizada. Marisa se queda en el parque. No está dispuesta a volver a su casa, sin el
preciado botín que piensa guardar en su mochila.

La he estado viendo día tras día, mientras le doy vueltas una y otra vez al perímetro
del parque, para llegar a las vacaciones con la cintura afinada, el sistema cardiovascular
puesto a cero, los músculos de toda mi anatomía, firmes como los soldaditos de plomo.

Mientras yo me preocupo en contar cuadras y saco estrambóticas cuentas de calorías
perdidas, Marisa desembala un chupetín de colores que se apresta a saborear con
fruición, mientras las agujas del reloj también giran alrededor de la hora, acompañando
las ejercitadas y aeróbicas tardes.

El parque ha quedado precioso después de la tormenta de ayer. El agua ha barrido la
basura y el olor de los pinos, se entremezcla con los canteros de menta. El aire se respira
fresco. Por momentos no parece un parque si no un circo.

En la esquina de Echeverría y Acha, el jacarandá ha decorado al pedregullo de color
ladrillo, con los pétalos que se han caído, dando al paisaje un eco entre azul, lila y
violeta.

Como estoy con la radio, escucho música para animarme a rodear este lugar con mis
pasos, percibiendo el mundo externo como si fuera mudo. Es una relación extraña la
que se produce entre el adentro y el afuera a la hora de las zapatillas. Una suerte de
abstracción física, que impide saber a ciencia cierta que hora del día es.

Puedo observar a Marisa desde todos los ángulos. En este momento alcanzo a ver un cuarto
de su perfil izquierdo y cuando ya termino de escribir esta frase, estoy viendo su
espalda.

No puedo adivinar que pasa, porque de repente ella se para con el chupetín en la boca,
como si quisiera entender algo, y su cuerpo habla con el discurso de un vigía que espera
gritar tierra! Ahora se sienta de nuevo y se hamaca en el banco, moviendo sus pies pero
dando pistas de que no piensa levantarse de nuevo.

Me fijo la hora, son casi las ocho de la noche. Estamos en pleno verano y todavía no
oscurece del todo. Ya he dado unas 12 vueltas y me siento feliz conmigo misma.

Me vuelvo a casa. A la ducha! Imagino el agua, masajeando mi cuerpo cansado y apuro
el paso. Han pasado algunas horas. Mientras me seco el pelo, veo por mi ventana, gente que
corre en la calle.

Luces y sirenas que siguen ululando desde que comenzó a cambiar el paisaje, mientras me bañaba. No entiendo lo que veo y me pregunto ¿qué pasa?
Me quedo en la ventana sin poder despegarme del marco, y como en una coreografía
veo avanzar a Juan, mi vecino, con Marisa en brazos, cruzando la calle.

Carla atraviesa corriendo entre la multitud y los tres se abrazan.
Lloran. La gente los rodea haciendo una ronda y ellos tres quedan en el centro. Luces y
sirenas no se callan. Desde donde estoy, se ve un círculo de gente, con otro círculo en
su interior. Decido bajar y cuando abro la puerta, escucho decir a Marisa : “¡Yo los ví!
eran los tres reyes magos! Uno tenía los ojos azules y el pelo azul, el otro usaba rastas y
el más chiquito un collar de puntitas! ¡Usaban arito los tres! ¡No me quería volver!!
¡¡Quiero ir al parque!!”

Marisa protesta y grita, Carla llora muda y Juan abraza a las dos. Hoy, es 5 de enero.
Seguramente en el matutino de mañana, se leerá: Niña perdida es encontrada sana y
salva en Villa Urquiza. Asegura haber hablado con los tres reyes magos.
Ya estoy de regreso en mi casa. Es la una de la mañana. Pensaba acostarme pero acaba
de llamarme mi jefe. Me pide que vaya a cubrir una nota. Tres nenes, uno de siete años
y otros dos de seis, aseguran haber visto a la Virgen niña, en el parque que se encuentra
entre Acha y Donado en el barrio de Villa Urquiza.

FIN
Cynthia Grinfeld

Serie Tríos - LAS ALEGRES COMADRES DE LA ESQUINA DEL SOL por Cynthia Grinfeld


LAS ALEGRES COMADRES DE LA ESQUINA DEL SOL

Son tres diosas. Aglaya, Eufrosina y la joven Talía quien se dedica a disfrutar de ese
tercio de pan francés, en donde yace como tendida una mariposa, una feta de salame.
Mientras dirige su inocente belleza al costado desprolijo de la calle, Eufrosina que no es
precisamente la alegría de vivir, reniega del encanto estival, y con expresión de tedio,
sólo augura la digestión de un metabolismo cargado de dulces y de lípidos.

Ellas tres, divididas en grupo, no intentan ser las hijas del dios Zeus ni de la ninfa
Eurínome.

Ellas son Aglaya la espléndida, Eufrosina la del tatuaje insecto poco alegre, y la
pequeña Talía la que encuentra regocijo en el acto de masticar.
Son tres como las Gracias, y presiden el banquete de los pobres.
Ignoran bailes y toda ocasión social festiva, aunque son incapaces de renunciar al placer
de la carne asada.

Ellas no son de las audaces que juegan a brindar felicidad .
Pobres mujeres sin gracia, sin rapsodias y sin blue. Cubren sus ideas con una gorra roja
a la que llaman cap.

No saben de la divinidad del amor y por ende… nunca han visto ni han de ver a las
musas. No tienen idea de lo que para otros, es una revelación divina. Una escultura, un
pentagrama , un poema o un mero dibujo nacional.

A ellas les fascina lo importado. Lo que viene de lugares que ignoran en que parte del
mundo están. Porque ellas mismas han vendido su cerebro, lo han exportado mal.
No es el agujero de ozono lo que cubren con la gorra colorada… es su triste vacío
mental, que no les deja chance de pensar o de elegir.

Pobres diosas, dos a rayas y dos con anteojos de sol…no es como se dice vulgarmente,
panza llena corazón contento.
Eufrosina es cabal testigo de esa impertinencia. Lo expresa con su rostro, con su piel,
son su mirada y con todos sus poros.

Es en sí misma, un grito demudado que nunca alcanza a salir porque ella se muerde los
labios. No mastica hidratos como las otras dos, ella mastica la amargura y el hastío,
haciendo un gran esfuerzo para no dar lugar al resentimiento.

Tres puntos rojos se ven desde lo lejos. Son tres gracias, son tres diosas, tres mujeres
envueltas en los paños fríos de una globalización que les llega de a gotas, y que se las
devora a cada paso. Consumidoras consumidas, consumadas, sudadas, esperando la
carroza en plena calle. Avenida Frías esquina Lamentación.

FIN
Cynthia Grinfeld

Serie Tríos - CATARSIS DE DOMINGO por Cynthia Grinfeld


CATARSIS DE DOMINGO


Te veo y sos la excusa perfecta para una catarsis de domingo. Tres formas distintas de
mostrarte en público. Una trinidad de posibilidades en donde lo santo se ha borrado.
Se te pinta, se te esculpe y se te reza… un trío constante en estos treinta tríos.
En nombre del padre… de cuál?
Del hijo? Por Dios!… del espíritu santo? Esto de espiritual no tiene mucho.

Yo me pregunto querido Jesús,¿ por qué ese morboso placer de mostrarte siempre
sufriendo y desangrado? ¿por por qué los clavos?
Si la evolución existe y humanos somos, no sería hora de mostrarte más como el super hombre que todos llevamos dentro? Dónde está lo divino de la crucifcción?
Si acaso se te viera resucitando y renanciendo, sería una esperanza para todos los
mortales, pero tampoco eso.

Te pintan de colores, te proponen en diferentes tamaños, pero lo que te trasciende a
vos, no llega a todas partes; y el tiempo circular nos envuelve en una maraña de
sentimientos y de ideas que van llevando a la Tierra, a un espacio nuevo de no creencia,
de contradicción y de pena.

No sé a qué se debe la exaltación de la cruz; hasta se usa esto para nombrar lugares o
caminos. Un camino a la tortura?

Y vos nos mirarás seguramente muerto sí, pero de risa cuando no enjugando lágrimas
por tan triste destino. El nuestro… el tuyo… basta con ver en lo que se han convertido
los mensajeros de tu palabra…irónico verdad?

Te muestran sometido y no rebelde… te muestran vencido y evocando el supuesto
abandono de tu padre, todo eso es mentira.
Yo creo que nunca te diste por vencido y seguirás amando al prójimo como a vos
mismo, porque tu victoria está en que cada diciembre se te vea nacer de nuevo.
La cruz no ha podido con el amoroso humano. No puede la muerte con la esperanza de
un retablo noble.

Y ese halo que rodea tu cuerpo luminoso…pensar que se cree que es al revés… y sin
embargo sé que sos vos irradiando verdades.
Mirá Jesús, yo creo que el tiempo circula y no creo que vos quieras que cada uno lleve
una cruz colgando del cuello o a las espaldas.

Te pido perdón porque hemos quedado tontos… hemos quedado necios…
De tanto verte crucificado y muerto, hemos perdido el sentido de la vida… nos
matamos todos los días, nos crucificamos y nos olvidamos de vivir.
Yo prefiero verte sin ese pañal absurdo y sin corona… porque vos…
sos otra cosa querido Jesús.

Somos tan pequeñitos… un planetita chiquito con habitantes que tienen aires de
soberbia. Cuántas veces te han crucificado en las fábricas que te producen en serie? Aún
hoy la gente te fabrica crucificado… es una locura querido Jesús, una verdadera y loca
hipocresía, que tiene a la fe como rehén.

Pero no te preocupes amigo querido, porque estás libre, más allá del bien…. y del
mal….

FIN
Cynthia Grinfeld

Serie Tríos - CAPRICORNIO, SATURNO Y SAN VICENTE EL ISRAELITA por Cynthia Grinfeld


CAPRICORNIO, SATURNO Y SAN VICENTE EL ISRAELITA

Otra vez… aquí estamos las tres, no las tres no! Los tres! Es lo mismo…

--¡Ay Saturno! Qué diría mi abuela, si me viera aquí en estas condiciones…

--¿Cuál abuela Capricornio? ¿La de Chialtan o la de Bezoar?.

--La de Bezoar, Saturno… esa que tenía los cuernos como las torres de Gaudí.

--No sé si podría decir mucho Capricornio… al final era sorda y la lana no le dejaba ver
nada. Recordarás que leímos en los documentos, que en ella era notable…
Hacé memoria Capricornio.

--Por más que pase el tiempo… ella dejó en todos una impresión enorme.

--No es para menos, interviene San Vicente el Israelita… su dimorfismo sexual, era una
exposición que haría temblar a cualquier museo de occidente.
Los que están en el Viejo Mundo no entienden nada de geometrías. Están demasiado
ocupados en mostrar su machismo occidental.
Ni siquiera se han percatado de quienes somos en la realidad…. Ay ay ay! ¿Que sería de
la Tierra, sin nuestros ojos azules? Sin los semáforos celestes que ven los locos cuando
balan en el Cono Sur…

--Bueno… por esos lares hay ventajas. Ya el hecho de estar formando parte de un
triángulo, dispone a esas personas a tener una clara comprensión y un elevado criterio,
en relación a la vida en los campos, que viene a ser nuestra especialidad.

--¿Verdad que sí San Vicente el Israelita?

--Saturno… la vida ha cambiado. Ahora están las cabras de la posmodernidad. Se afligen
por cualquier cosa… que si llueve, que si no llueve, que si plantan o cosechan o si
cortan una ruta…
Las cabras ya no son como cuando nos criaron… ahora es pura indulgencia, límite cero
y cambio de balardigmas… hasta hay algunos desgraciados que confunden a las
nuestras con ovejas porcinas. Es el colmo.
--¡Hagamos una muestra de disgusto Capricornio! Empecemos por mostrar lo que sabemos hacer. Si nos ponemos esta noche las zapatillas de media punta, podemos ir al campito de Aníbal y pedirle a Alberto que nos abra la puerta para poner la música adecuada.

--Capricornio, San Vicente el Israelita… ustedes están completamente fuera de foco.
Esto no es Etiopía. ¿Se dan cuenta de lo que planean hacer? Por favor…

--Saturno tiene razón… no estamos pensando bien. Hablamos de las zapatillas de media
punta, y no hemos tenido en cuenta el vestuario y los accesorios. Pensemos… ¿qué va
mejor con los cuernos de cada una?

Capricornio se queda pensando y propone una pregunta.
--¿Qué tal si hacemos diademas con los porotos de soja? Parecerían perlitas.

--Yo no pienso dejarme sojear dice San Vicente el Israelita. Corona de espigas o nada.

Saturno mira con incredulidad, y su cara ya no parece de cabra sino de vaca. Está
boquiabierta, asombrada, pensando en algún recuerdo de pedagogía rusa para hacer
entrar a estas dos en razones.
Se le ocurre apelar a la música, y comienza a soplar en su trompeta.
Son las tres de la mañana.

Luis que se había recostado un rato y dormitaba tranquilo sobre la paja, se despierta
brotado de odio. Lo primero que atina a hacer es a dar una patada y agarra un palo.
La sangre le ha manchado el rostro y la presión le ha trepado vertiginosamente. Sale
desorbitado a la madrugada, dispuesto a vengar su sueño interrumpido por las cabras.
Las ve distraídas y comienza a excitarse pensando en su golpe de gracia.
Imagina en un segundo el pasto teñido de rojo con la sangre de las tres, y va juntando saliva en la boca para escupirlas. Cuando ya se apresta a golpearlas, levanta sus brazos toscos que lucen
su camisa transpirada y ya en el segundo fatal, el que hace que la realidad cambie para
siempre, se escucha el sordo ruido de las rotas cadenas que lo golpean una y otra vez.
Va cayendo muerto al suelo, los ojos abiertos como disfrutando de la tenue luz de la luna,
mientras Tatadios el caballo , relincha alzado sobre sus dos patas traseras, contrastando
su lomo negro azulado con el paisaje blanquecino.
Mientras... las tres cabras vestidas con tutu, laureles, trigos y porotos danzan la música del fauno.

FIN
Cynthia Grinfeld

Serie Tríos - BUSCO SOMBRA PARA PODER DORMIR por Cynthia Grinfeld


BUSCO SOMBRA PARA PODER DORMIR

Me llamo Khuhan Li y busco una sombra para poder dormir. Hace años que no
descanso y quiero dormir. Estoy cansado de no poder vivir a la sombra de mi propia
existencia.
Camino por las noches y parece que las estrellas se empeñan en brillar poco
para mí. Se apagan a mi paso. No consigo proyectarme en ningún lienzo.
Michiko en cambio, tiene la virtud de ver su parte oscura.
Es que ella, Michiko, puede dormir.
Hace tiempo que la envidio. Me saca de quicio, que ella pueda disfrutar del descanso y
que no tenga los problemas de insomnio que tengo yo.
Al contrario… para ella todo es fácil y doble. Así como se lee…
Ella es una virtuosa de las dualidades. Puede tocar el piano mientras piensa en el
examen de mañana. Puede mirarse al espejo y siempre se duplica.
Si se saca una foto, sale en dos. Se peina con dos colitas que le cuelgan una a cada
costado de su rostro, y se viste con trajes de dos piezas.
Y duerme… duerme en una cama de dos plazas, se distiende a la noche y también a la
mañana. Yo en cambio, perdí mi sombra, mi descanso y mi paz.
Vivo obsesionado por encontrar un matiz que me de el indicio de que hay un claroscuro.
Ni siquiera tengo una contradicción para poder aliviarme. Vivo en la certeza de que mi
figura simplemente camina desolada y desnuda.
Paso frío; y cuando llueve, no tengo forma de guarecerme. Me siento muy desprotegido
y también cansado.
Si tuviera la incertidumbre… encontraría esperanza y fuerza para seguir adelante en este
camino que es tan blanco.
Blanca mi remera blanca, como el fondo de mis ojos. Todo blanco sin pulso, sin sangre,
sin fiebre.
Hoy, he tomado una decisión… me quedaré aquí parado, delante del afiche rojo, para
que todos me saquen fotos. Quiero que los flashes me traspasen y que mi huella quede
impresa en el fondo de esta lámina púrpura, que muestra a Michiko, repetida dos
veces.
Después de lograr ver a mi sombra aunque sea una sola vez, estoy dispuesto a morir.
Ofrezco mi vida a cambio de mi sombra. No estoy loco. Estoy desesperado…
Quiero dejar de buscar y abrazar a mi parte negra. Fundirme con ella y descansar en
paz.

FIN
Cynthia Grinfeld

Serie Tríos - HABITANTES


HABITANTES

Yo me habito, me envuelvo, y me retorno en la transformación. Existe la mariposa
dentro del capullo.
La vida, la música y los tiempos en su incesante manía de rodar hacia el espacio cada vez a mayor velocidad.
El Universo es una perfecta sala de juegos en donde hay trompos, marionetas, disfraces,
caleidoscopios y colores.
El arte como una galaxia, sublime explosión cósmica de estrellas, de luces, un todo de
amor.
Castillos y pólvora. Artificio en el poder de cambio, transmutar y cambiarse la piel de
las ideas, entrar y salir de ellas como un buzo lo hace en la profundidad del mar.
Como los peces que recluidos en una pecera pobre, juegan a ser príncipes entre castillos
truchos y piedritas de colores.
No muy diferente situación a la de los indios con los espejitos, mientras en algún eco
del mundo se aparece Kierkegaard motorizando a la angustia.
Parece que la sube en una moto con destino a las nubes, más allá de las lágrimas.
Los mapas mentales de un endometrio loco, que a veces se engrosa y sangra, y otras se
afina dibujando una ténue línea de normalidad.
El sistema hormonal en su anarquía, hace de las almas su circo. Y en este despliegue de
adrenalina y endorfinas, se busca un balance, una homeostasis que le permita al paciente
columpiarse en un centro etéreo, donde la palabra se transforma en música y los oídos
en abrazos.
Hay tres. Uno no mira, el otro no escucha y el tercero no habla. Patética imagen de
pobreza espiritual. Nos han mal enseñado que eso es sabiduría.
Rompo la roca para que brote el agua, como un Moisés que se fragmenta en espejos
seculares.
La historia triste de la humanidad confundida, que vaga por desiertos encuentra
dulces espejismos.
Qué sería de la vida, si gracias a Dios no existiera la muerte? Yo la reinvidico en su
bondadosa criatura.
Nunca imaginamos a la muerte como un niño que invita a otro juego y en pos de
privilegiar la vida, con su estampa elegante y armoniosa, la estamos alejando de su
pureza primitiva, por envidia, por mezquindad y por idiotas.

La ironía y el materialismo están devorando con lenguas de fuego al corazón humano, y
la razón lucha. El tiempo corre… es hora de ver, de escuchar y de hablar.

FIN
C. Grinfeld

sábado, 5 de diciembre de 2009

3 de Diciembre "Día del Médico"


En mi caso, hablar del día del médico, es como hablar del día del padre.
Pues ambos calificativos convergen en un mismo hombre.
Qué felicidad, qué orgullo, poder saludar a mi padre en este día!
Hablar con mi hermano y que me diga: Papi es un ser excepcional. Como profesor, de una trayectoria impecable y una dedicación exquisita.
Nosotros sabemos que vos sos vos mismo, con tu humanidad amorosa, la que cultivás día
a día. La que nos da ejemplo. La que te hace ser tan reconocido por tus pacientes y tan amado por nosotros, tus hijos.
Porque desde que te conozco, ayudás a las personas a que sufran menos. Porque
sos experto en el arte de curar y porque yo se, de tus momentos de soledad, cuando
la música te acompaña y simplemente te dejás contener por los compases.
Pero ninguna batuta, puede ser bisturí, ni analgésico,ni antiinflamatorio, ni fármaco
ni nada, si no se comprenden los dolores del alma.
Feliz día del médico, papi de mi corazón!


Cynthia Grinfeld