sábado, 26 de diciembre de 2009

Serie Tríos - MUNDOS IMPOSIBLES por Cynthia Grinfeld


Mundos imposibles…

¿Cuántas sonrisas habitan cada mundo? Es una cantidad matemática cuyo
resultado se obtiene sumando la cantidad X de circunstancias, multiplicadas
por los tiempos reales e irreales, que elevados a la potencia de un cuadrado
circular, cuyo diámetro es el doble del radio de la circunferencia emocional de
cada ente, da como resultado una sonrisa determinada.

No existe en estas relaciones, la famosa cuestión de género, no hay
discriminación por edad, ni condición existencial, sólo se define por música.
Cada ritmo y cada entonación dada al gutural pronunciamiento del primitivismo, produce en el yo de José una idea fantástica y se sonríe. Como se sonríe la Gioconda… como se sonríen los violines.

Y son tres, como dijera Alberto…hablando de los tres Pablos. También ahora son tres… y son unidimensionales. Los tres, con su peculiar expresión disociada.
Los ojos están siendo visionarios de un mundo, la nariz de otro y la boca de otro… lo mismo las manos y los pelos.

Son mundos imposibles… y se accede a ellos, desde una escala que ha sido inventada por Fauré y que tiene la forma de una sonata.
Los tres simios, los tres monos… los mismos tres multiplicados por infinitas series de tres, que dan a la evolución de José, una idea dibujada, de una mueca que todavía no alcanza a comprender.

José, entiende que desde donde él mira, la vida circula y trepa como una enredadera, dejando jardines circulares de épocas que se cuentan de a tres.
Como tres son las vocales fuertes; las dos “o” de monos que se completan con las dos “i” de simios.

José, saca las cuentas desde su conocimiento inmaduro de la Kabbalah, y justifica su parecer, sonriendo y diciéndose a sí mismo, yo también soy mono.

Desde la vereda de enfrente, el semáforo va cambiando sorprendentemente de luz cada tres minutos, en la tonalidad de Mi Menor.

Cuando por fin José se dispone a encarar al mono mayor, el que se sitúa por supuesto del lado de la comisura diestra, cambia de nuevo el semáforo y el paisaje se vuelve rojo en Re Mayor.
La mona de piel protectora y cálida, le dirige la mirada y lo invita a un beso.
Está dispuesta a desdibujar su sonrisa, por tener un contacto de piel a piel.
José está mareado. Ya no sabe si es la mona la que está del lado derecho o si es su contrincante, el mono. Mira para todos lados y ya no le quedan más expresiones para poner, simplemente busca desesperado una señal que le indique hacia donde debe virar.

La mona lo mira, entorna los ojos, agita los brazos. Es una mona que huele a Mozart y que grita. Pero José se ve deslumbrado por la luz amarilla que vuelve a cambiar en el semáforo, mientras sale la primer estrella a las siete de la tarde.

Cansado con su yo a cuestas, se da por vencido y rechaza el beso prodigioso, que le podía salvar la vida. Se recuesta entumecido sobre su par derecho con quien ya no compite, y despistado queda sumido en un mundo inverosímil, donde la piel es de nylon, la sonrisas son costuras y el amor se ha escapado.

Pobre José… sordo como Beethoven pero sin talento… convertido en muñeco, ya sin hambre ni sueño, viendo las luces del semáforo pasar.

FIN
Cynthia Grinfeld

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