sábado, 26 de diciembre de 2009

Serie Tríos - HABITANTES


HABITANTES

Yo me habito, me envuelvo, y me retorno en la transformación. Existe la mariposa
dentro del capullo.
La vida, la música y los tiempos en su incesante manía de rodar hacia el espacio cada vez a mayor velocidad.
El Universo es una perfecta sala de juegos en donde hay trompos, marionetas, disfraces,
caleidoscopios y colores.
El arte como una galaxia, sublime explosión cósmica de estrellas, de luces, un todo de
amor.
Castillos y pólvora. Artificio en el poder de cambio, transmutar y cambiarse la piel de
las ideas, entrar y salir de ellas como un buzo lo hace en la profundidad del mar.
Como los peces que recluidos en una pecera pobre, juegan a ser príncipes entre castillos
truchos y piedritas de colores.
No muy diferente situación a la de los indios con los espejitos, mientras en algún eco
del mundo se aparece Kierkegaard motorizando a la angustia.
Parece que la sube en una moto con destino a las nubes, más allá de las lágrimas.
Los mapas mentales de un endometrio loco, que a veces se engrosa y sangra, y otras se
afina dibujando una ténue línea de normalidad.
El sistema hormonal en su anarquía, hace de las almas su circo. Y en este despliegue de
adrenalina y endorfinas, se busca un balance, una homeostasis que le permita al paciente
columpiarse en un centro etéreo, donde la palabra se transforma en música y los oídos
en abrazos.
Hay tres. Uno no mira, el otro no escucha y el tercero no habla. Patética imagen de
pobreza espiritual. Nos han mal enseñado que eso es sabiduría.
Rompo la roca para que brote el agua, como un Moisés que se fragmenta en espejos
seculares.
La historia triste de la humanidad confundida, que vaga por desiertos encuentra
dulces espejismos.
Qué sería de la vida, si gracias a Dios no existiera la muerte? Yo la reinvidico en su
bondadosa criatura.
Nunca imaginamos a la muerte como un niño que invita a otro juego y en pos de
privilegiar la vida, con su estampa elegante y armoniosa, la estamos alejando de su
pureza primitiva, por envidia, por mezquindad y por idiotas.

La ironía y el materialismo están devorando con lenguas de fuego al corazón humano, y
la razón lucha. El tiempo corre… es hora de ver, de escuchar y de hablar.

FIN
C. Grinfeld

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