jueves, 9 de diciembre de 2010

Ida y vuelta por Gustavo Bedrossian

Fue y volvió muchas veces
Tengo sed
Se llenó de plumas
No encontró a nadie

Fue y volvió muchas veces. Nadie la entendía.

-¿Por qué lo hacés? -le preguntaban siempre.

-Tengo sed de otras realidades -contestaba ella, confundiendo a todos aún más.

Y así su casa se llenó de plumas compradas en el Barrio Latino, de cristales de cada callejuela de Venecia, de abanicos de cada rincón de España.
Eran un pequeño-gran tesoro que daba cuenta de su paso por esas realidades a las que se refería con su sed.
Pero como no se puede estar en la misa y en la procesión, por vivir esas otras realidades, se alejó de su realidad. Y un día volvió y no encontró a nadie.

Fue y volvió muchas veces. Muchas veces fue y volvió.

-Tengo sed -decía. Decía: -Sed tengo yo.

Se llenó de plumas. De plumas se llenó.

Y un día no encontró a nadie. A nadie encontró.

La realidad y la cordura perdió.

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