
Poema Ganador del Concurso organizado por la
Dirección General de la Mujer, del GCBA. Año 2005.
A veces Buenos Aires... se me coagula el alma...
Buenos Aires, ciudad de mujeres...
Buenos Aires, cosmopolita, elegante y pobre a la vez.
Desde la Recoleta hasta San Telmo, Buenos Aires me embriaga de perfumes,
de olores... olores que suenan como bandoneones tristes,
y miradas de naifas atrapadas en la melancolía.
Las mujeres de esta ciudad, tienen color y textura.
Algunas son como tallos de orquídeas
y pasean su ominosa estirpe por los shoppings de
esta ciudad capciosa.
Otras son como zarzas moras... van cargadas de capricho sensual.
Calientes y de ojos negros.
Se cruzan unas con otras.
Hay en Buenos Aires, un batir desordenado de alas
un cielo satinado en azul y un toque de verde.
Con su pretensión de libertad,
esas bocas femeninas, lo pintan todo.
La noche... la noche corre como una estela
hecha de media red, de teatros, de plumas y limosnas.
Contrastantes mujeres, iluminadas algunas
por semáforos... y otras por estrellas mudas
que regentean su destino a la intemperie.
Buenos Aires sí. Ciudad de mujeres.
Mujeres que son escarabajos...
Mujeres, que se lucen como colgadas de pérgolas.
El aire las mece...
Basta mirar hacia arriba, para verlas
suspendidas de algún tender
colgando camisas blancas
y corpiños de bajo costo.
Las mujeres de esta ciudad atraen a los hombres
los seducen como pedazos de hueso.
Basta que ellas dejen olfatear un poco
de su misterio y su poesía
y cualquiera cae en la trampa.
Las mujeres de esta ciudad,
bañadas con perfume de puerto
andan todas apuradas. Seduciendo. Apuradas.
Las mujeres de Buenos Aires, siempre apuradas.
Con tiempo para nada, con tiempo para todo.
Femeninas, sedientas de rituales, como la ciudad.
Buenos Aires, con el aire quebrado.
Humo e intelectualidad.
Ciudad con rumor de arte que se cuela en cada poro.
Habitantes y secretos de esta ciudad amada.
Presos todos... de este destino porteño.
Las que se han ido y viven lejos,
miran y añoran
hablan de mujeres liberadas...
Acá hay mujeres marcadas.
Las marca la mirada que se imponen.
Marcadas por la mirada ajena.
Marcadas por una etiqueta de moda o por un recuerdo trágico.
Esta ciudad... Buenos Aires... con sus adoquines...
gastados por las suelas y los llantos.
Adoquines. Cráneos de cigarra.
Cantos apagados y esqueletos de hojas.
Y ese olor a jazmín Buenos Aires...
ese olor que enloquece.
Buenos Aires... ciudad de mujeres
carrousel confuso de colores que giran
entre el olor a combustible y el recuerdo de un tango.
Todas distintas, diversas... como metidas en un gran caleidoscopio.
Así sos vos Buenos Aires...
Así te quiero...
Así te tomo, te bebo en las esquinas y me embriago.
Me mareo y es ahí Buenos Aires,
cuando te veo con otros ojos.
Te veo multiplicada. Atestiguando.
Te siento gemir las entrañas dulce Buenos Aires...
Ciudad de mujeres que seducen, que mueren,
que tienen hambre, que tienen hijas y que estudian.
Mujeres de poesía y de plástico.
Ciudad de imaginarios... Buenos Aires...
ciudad de mujeres que te aman Buenos Aires.
Bueno Aires...ciudad de mujeres.
Cynthia Grinfeld
DE LOS LOCOS SIN RETORNO

En esta espiralada confusión
con los brazos abiertos
sorprendidos por una tormenta recia,
despertamos los locos.
Los que a la madrugada
quedamos encandilados por
relámpagos y sinfonías.
Nosotros; locos sin retorno
locos de alma y buen oído.
La lluvia cae.
Golpea fuerte y va rompiendo toldos.
Toldos que quedaron abiertos
como abiertos quedaron nuestros brazos.
Y con el rayo, y con los truenos
se van rompiendo los abrazos.
Estallan las retinas arteriales
y los locos, con la boca abierta
quedamos mudos mientras el
espiral sigue girando como una perinola,
incapaz de volver sobre sí misma.
A esta hora sin retorno,
se pierde el miedo.
La hoja del cuaderno
va y viene, empujada
por el fuego cruzado del aire
que entra por la ventana,
y las paletas mansas
de un ventilador gris.
Y los locos, seguimos escribiendo
despertando al compás de la madrugada.
Afinando el grito mudo
con la orquesta prestada de la radio.
Se aquieta la lluvia en su continuo
y los truenos retumban lejos.
Avanza la música;
la hoja del cuaderno baila su vaivén sin descanso;
y los locos...
los locos se han desvelado
y no hay sueño con retorno,
pero queda la ilusión cuerda
de una victoria nuestra.
Cynthia Grinfeld
Madrugada del 8 de diciembre de 2004, mientras en la radio suena
la novena de Mahler. Parece todo a pedir de boca.
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